lunes, 6 de septiembre de 2010

Dia laboral.

Me perturban tus ojos que me observan desde la oscuridad. Tu respiración agitada acaricia mi piel fría. Desde este rincón puedo ver la luna brillar, es tan grande y tan perfecta. Vuelves a decir mi nombre. Sigo mirando la luna tratando de entender como llegue a este lugar. Tus manos toman mis manos. Tus labios secos se humedecen con los míos. Te miro la cara. Te miro la boca. Te miro y te vuelvo a mirar. Trato de encontrarme en tus poros, pero no, yo no estoy ahí. Me sonreís y me da miedo. Tengo ganas de llorar. Tengo ganas de estar en cualquier lugar menos en tus brazos. Tus labios empiezan a largar una lista de palabras que me rebotan en la cabeza, no entiendo…son como flechas que se clavan en mi. Vuelves a besarme. Vuelves a decir mi nombre una y otra vez. Miro la luna que se aleja del cuadro de la ventana. Podría salir corriendo y refugiarme en la noche, camuflarme con los pobres mendigos de la cuadra, o solo correr. Correr. Correr y no parar hasta encontrar una mirada de sinceridad. Sin embargo recordé porque termine aquí. Veo el dinero que pones en mis manos y dices: “completo, nenita….bueno lo de siempre”. Ya no veo la Luna. Cierro los ojos y trato de pensar que ya falta poco para que termine mi día laboral.

by Pato Avendaño

sábado, 4 de septiembre de 2010

La hoja en blanco

Siempre tratando de hacer las cosas de la mejor manera posible.
Muchas veces tuve ganas de subir por ese sendero difícil y desde la cima gritar. Gritar
Cuando veo las nubes blancas en un cielo celeste pienso seriamente en comprarme una bicicleta y salir a rodar por la ciudad. Descubrir otras calles, perderme en otros rostros, pasear en otras miradas.
A veces no puedo conciliar el sueño, doy vueltas en la cama como si mi cuerpo fuera una camisa de fuerza que me tiene presa. Hago fuerza para salir pero no puedo, solo logro dormirme.
No puedo sostenerte la mirada por más de un minuto, suelo sonrojarme como una niña frente a un gran público, sin embargo el único público sos vos.
Quisiera no sentirme en este estado.
Tan débil y tan ansiosa  a la vez.
Tan insegura, tan infantil
¿Suspiros? Si, de vez en cuando algunos se me escapan pero soy muy buena disimulando esos arrebatos de mi alma. (shfff es un secreto)
Puedo disimular, no se hasta cuando, no se hasta donde.
Hoy no  me duele mostrarme como una hoja en blanco.

Esas cosas no existen, decía una anciana de mi infancia y murió sin conocer al verdadero amor, su último hilo de vida fue un suspiro. Aún la recuerdo con tanta nitidez. Toda vestida de negro. Toda pálida de muerte.
No suelo pensarte como me gustaría, pero te pareces a ese primer libro que leí.
Una especie de sorpresa literaria que con los días me gustaría entender el final.
Una especie de best-seller solo a mi disposición pero que miro de reojo y desde lejos.
Siempre tratando de hacer las cosas de la mejor manera posible pero nunca lo logro.

by Pato Avendaño