Me perturban tus ojos que me observan desde la oscuridad. Tu respiración agitada acaricia mi piel fría. Desde este rincón puedo ver la luna brillar, es tan grande y tan perfecta. Vuelves a decir mi nombre. Sigo mirando la luna tratando de entender como llegue a este lugar. Tus manos toman mis manos. Tus labios secos se humedecen con los míos. Te miro la cara. Te miro la boca. Te miro y te vuelvo a mirar. Trato de encontrarme en tus poros, pero no, yo no estoy ahí. Me sonreís y me da miedo. Tengo ganas de llorar. Tengo ganas de estar en cualquier lugar menos en tus brazos. Tus labios empiezan a largar una lista de palabras que me rebotan en la cabeza, no entiendo…son como flechas que se clavan en mi. Vuelves a besarme. Vuelves a decir mi nombre una y otra vez. Miro la luna que se aleja del cuadro de la ventana. Podría salir corriendo y refugiarme en la noche, camuflarme con los pobres mendigos de la cuadra, o solo correr. Correr. Correr y no parar hasta encontrar una mirada de sinceridad. Sin embargo recordé porque termine aquí. Veo el dinero que pones en mis manos y dices: “completo, nenita….bueno lo de siempre”. Ya no veo la Luna. Cierro los ojos y trato de pensar que ya falta poco para que termine mi día laboral.
by Pato Avendaño
Primero: bienvenida a la blogsfera!!
ResponderEliminarSegundo: este el primer relato que lei de tu blog y me fascinó lo que trasnmite. Ya llegaré al resto...
Besotesss